Las escaleras o escalera de Villamartín
La Edad Media ha llegado a
muchos de nosotros a través de películas, novelas históricas o visita a alguna
ruina de castillo, y en ellas vemos básicamente caballeros con armadura,
impresionantes castillos o acontecimientos que forjaron la historia de Europa,
de España o la de nuestra propia localidad. Sin embargo, desconocemos muchos
hechos básicos de la época y me ha parecido interesante investigar algunos;
entre ellos cuál era el sistema de acceso a los pisos de la Torre del Homenaje
del Castillo de Matrera.
Muchos son los historiadores que
han escrito sobre el Castillo de Matrera y de ellos me he valido para realizar
esta narración, interesándome más que nada de lo que dicen sobre la torre del
homenaje, así encontramos a:
Juan Ignacio Varela Gilabert
en su artículo de 1985, «El Castillo de Matrera y el hombre que lo mandara
construir», que dice: Vale la pena ascender hasta el recinto y contemplar
la mole de su Torre norte, cuadrada, y el resto de su bóveda que don Miguel
Mancheño y Olivares, el historiador y arqueólogo arcense califica de
«primitiva», y que el inolvidable poeta de Villaluenga, Perico Pérez Clotet,
sospecha de construcción árabe.
Antonio Jarén Domínguez en
su artículo de 1995, «El Castillo de Matrera. Una aproximación histórica y
arquitectónica» en el cual nos comenta que en el Cerro Pajarete no ha
habido una excavación arqueológica que evidencie labores para acondicionar el
lugar a la defensa. Nos dice también, que no es azarosa la construcción de la
torre del homenaje en el lugar en que está, ya que aprovecharon las enormes
rocas naturales como potentes refuerzos de la muralla. En su descripción de la
fábrica nos dice que la torre del homenaje se ubica en la parte norte del
recinto y presenta su más grave derrumbamiento donde teóricamente debía estar
situada la entrada de la misma. Está formada por dos plantas. La primera se
cubre con una bóveda de medio cañón, a base de lajas de piedras irregulares. La
segunda planta ofrece la misma cubierta, si bien en este caso el material
utilizado son ladrillos rojizos regulares. La torre se encuentra defendida por
un amurallamiento exterior, proporcionándole una perfecta defensa.
Por otro lado, tenemos a Magdalena
Valor Pechotta (1), de la Universidad de Sevilla, que, aunque en sus
estudios medievales no le he encontrado tema sobre el Castillo de Matrera, sí
he encontrado que muchos de sus planteamientos son aplicables a Matrera. Uno de
ellos es la reutilización de la fortaleza andalusí reparándola y añadiéndole
nuevas estructuras, bien a través de la orden de Calatrava o el Cabildo de
Sevilla –(1499, junio, 3. [Sevilla] Mandamiento del Cabildo a Nicolás
Martínez de Durango, obrero de las labores, ordenándole reparar lo necesario en
el castillo de Matrera, reparaciones que aparecen señaladas en un informe de
inspección que se hizo por orden del Cabildo, y que aquí se recogen, debiendo
pagarlas de lo que recibe para las obras de la ciudad). Aparecen así las torres del homenaje, que en
nuestro castillo no parece tener la función de vivienda y sí la del último
reducto de defensa del castillo. Su entrada ha desaparecido, pero posiblemente
fuese una torre de flanqueo con una escalera circular en el interior, estas
torres eran edificación fortificada que se encontraban en el exterior de una
muralla defensiva u otra estructura formando un flanco.
Alejandro
Pérez Ordoñez (2) (Profesor, arqueólogo e intérprete de Patrimonio
Histórico) nos dice que la torre del homenaje del Castillo de Matrera se alza
en el sector norte, en el lugar más infranqueable, donde la pendiente cae casi
en vertical. Es de planta rectangular, de 15 metros de largo por 10 de ancho.
Los muros tienen un grosor de casi 3 metros. Tiene dos plantas, ambas cubiertas
con sendas bóvedas de cañón, la de la planta baja construida con lajas de
piedra irregulares y la superior en ladrillo.
Según Carlos Quevedo Rojas (3),
la torre del homenaje se alza en el sector norte, en el lugar más
infranqueable, donde la pendiente es más abrupta. Es de planta rectangular, de
14,40 metros de largo (E-O) por 8,70 metros de ancho (N-S). Los muros tenían un
grosor de 2,75 m en sus flancos este y oeste y 1,75 m en sus flancos norte y
sur.
Hay que agradecer a Antonio Jarén y
a Alejandro Pérez que son los únicos que han aportado a la historia del
Castillo de Matrera un plano general del recinto del castillo.
Del plano realizado por Antonio
Jarén Domínguez, que lo podéis encontrar en el libro de feria de 1995, he
recortado la parte correspondiente a la torre del homenaje que es el objeto de
mi estudio:
En el recorte he señalado con un círculo rojo la esquina de la torre del homenaje más deteriorada y con una flecha el lugar donde debería estar el torreón de flanqueo con la escalera de acceso. Desde que yo vivo en Villamartín, y supongo que algunas centenas de años anteriores, el estado de esta zona del Castillo de Matrera no había cambiado salvo algunas piedras menos cada año por la erosión. Hoy ya todo ha cambiado.
Además de los ya mencionados, he
analizado los textos de los estudiosos (Luis Iglesias García (4), José Mª.
Gutiérrez López y Virgilio Martínez Enamorado (5), Rafael Sánchez Saus (6)…) sobre
los castillos de la frontera que limitaba con el reino de Granada, llamada
Banda Morisca, donde se encontraba el Castillo de Matrera y no he encontrado
nada sobre el porqué esa esquina de la torre del homenaje está caída y las
otras tres han permanecidos en pie hasta hace poco. De la escalera que daba
acceso a la torre del homenaje tampoco he encontrado nada. Si se cayó
deberíamos tener constancia de los restos de ella, restos de escalones,
piedras…, nadie comenta nada sobre el acceso a los pisos de la torre; pues,
¡nada!
Todo el mundo
sabe que la torre del homenaje es el último reducto en caer en caso de
conquista y por tanto debían tener un buen sistema de seguridad. Esta fortaleza
lo tenía. Observa el plano adjunto más arriba y verás una muralla que protegía
la puerta de acceso. Además de esta muralla, el acceso a la torre se hacía a
través de una escalera posiblemente de caracol como en la mayoría de los
castillos y este Castillo de Matrera creo que también la tenía, pero como dije
anteriormente, de ella no ha quedado un simple escalón.
La escalera mencionada
anteriormente era en los castillos medievales de forma espiral y no tenía un
diseño fortuito, sino que estaban concebidas de esta manera por unos motivos
muy concretos. Estaban ubicadas en las torres y a lo largo de las paredes
exteriores, quedando las habitaciones protegidas en el centro de la edificación
y se idearon para la guerra. Su finalidad era dificultar el acceso de los
hipotéticos enemigos a los pisos superiores del castillo. Los guerreros con sus
armaduras debían tenerlo muy difícil para subir en fila india por aquellas
retorcidas escaleras defendidas por los moradores de la torre.
Existía además una ventaja añadida: si te fijas la mayoría de estas escaleras giran en el sentido de las agujas del reloj, por lo que el caballero invasor iba subiendo la escalera avanzando en primer lugar el lado izquierdo de su cuerpo lo que representaba un gran problema para defenderse, ya que los humanos somos en general diestros y la espada se sostenía con la mano derecha.
En la
localidad de Villamartín (Cádiz) existe una iglesia parroquial dedicada a Santa
María de las Virtudes que contiene una escalera de caracol atribuida a Hernán
Ruiz el Joven de mediado del siglo XVI. Digo atribuida a Hernán Ruiz porque como
no hay planos donde se pueda ver si estaba recogida en ellos la escalera, todo
el mundo lo dice y además está situada en la parte del templo que él amplió,
pero hay que recordar que con motivo del terremoto que tuvo lugar el día 1 de
noviembre de 1755 en Lisboa, que afectó a Portugal, España, Marruecos y a
nuestra iglesia, por eso estuvo bastante tiempo en reparación, y en este tiempo
también se pudo haber construido. No se sabe de dónde fueron traído los
materiales para su edificación. Por la parte exterior de ella se observa piezas
de su fábrica que no enlaza con ninguna otras del conjunto, como si fueran arrancadas
de algún muro y puesta en ese sitio a empujones, como decimos en Villamartín.
Su planta exterior es ochavada irregular, observándose alternativamente lados
desiguales, lados de 2,5 metros con otros de 1 metro aproximadamente. Está
coronada con una cúpula que no coincide su centro con el centro poligonal de su
base.
Cierta publicación dice sobre la
escalera: «Adosada al muro de la sacristía y por el mismo patio está una
especie de torreta, de cantería, rematada en cúpula que encierra una preciosa
escalera de caracol, obra de Hernán Ruiz, que da acceso a las bóvedas y a la
sala alta, sobre la sacristía. Esta escalera es digna de mención por su
esbeltez, pero difícil de ser visitada por su situación».
Exterior de la escalera |
Es posible y muy probable que
esta escalera fuera la que estaba en el Castillo de Matrera y fuera trasladada
pieza a pieza al taller de la fábrica de la parroquia en el momento en que se
ejecutaba su ampliación o reparación en 1755. Arranque de la escalera en el
Castillo de Matrera no se ha encontrado o no se ha querido que se encuentre nunca.
Maestros canteros, y de los buenos, no le faltaron a Hernán Ruiz, cito a su
yerno Jerónimo Hernández y al madrileño de Pinto, Miguel Adán, para que la
montaran y encajaran lo mejor posible en esa esquina del conjunto monumental.
Hoy me pongo en el lado de los
hermanos José y Jesús de las Cuevas que tras visitar la iglesia de Santa María
de las Virtudes de Villamartín (Cádiz) reflejaron en su libro monográfico
«VILLAMARTÍN» lo siguiente: «…casi adosada a la Sacristía, la escalera más
valiente de la provincia. Está colgada en el vacío y es un prodigio de
equilibrio que se estira hacia la altura, tal si la sostuvieran ángeles
invisibles subid y bajad por ella, mientras recordáis aquellas líneas escritas
en 1834 (Diccionario geográfico universal) “una famosa y alta escalinata
en forma espiral sin punto métrico de apoyo, obra magnífica y de mérito raro”.
¿Pero donde tendrá su columna vertebral esta escalera que se supone trajeron
del castillo y parece ascender por sus propias fuerzas, porque sí como arte
de magia?».
Hasta aquí la historia de «Las escaleras o escalera de Villamartín». Ahora tenéis que activar la imaginación para elegir la respuesta: realidad o ficción.
1
Valor Piechotta, M. (2017) «Las fortificaciones
de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla»., Historia.
Instituciones. Documentos, (31). doi: 10.12795/hid.2004.i31.38.
2
Pérez Ordoñez, A. (2003) «El castillo de Matrera
en Villamartín (Cádiz). Una fortaleza de frontera», Almajar, n.º 1, año 2005.
3
Quevedo Rojas, C. (2015) «Análisis constructivo
y criterios de intervención en el castillo medieval de Matrera (Villamartín,
Cádiz)», libro 3. Congreso. Indb.
4
Iglesias García L. (2019) «La conquista
cristiana del valle del Guadalquivir y la formación de los Tugur en los
rebordes occidentales de la depresión de Ronda», Actas del II congreso
internacional de historia de la Serranía de Ronda: Entre al-Ándalus y los
inicios de la Edad Moderna. Siglos VIII-XVI / Virgilio Martínez Enamorado (ed.
lit.), Francisco Siles Guerrero (ed. lit.).
5
Gutiérrez López, J. Mª., Martínez Enamorado, V.,
Reinoso del Río, Mª C. e Iglesias García, L., (2015) «El castillo de Matrera.
Nuevas perspectivas arqueológicas del recinto fortificado», en J. Mª Gutiérrez
y V. Martínez (eds) A los pies de Matrera (Villamartín, Cádiz). Un análisis
arqueológico del oriente de Sidonia, Ronda.
6 Sánchez Saus, R. (1983) «Cádiz en el siglo XIII», «Las órdenes militares en la provincia de Cádiz». Actas de las jornadas conmemorativas del VII centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio. Cádiz.