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viernes, 24 de mayo de 2024

Historia nº. 76

 

El Coro de la iglesia

(Continuación)

En la Historia número 59 de este blog dimos a conocer algunas noticias del Coro cantoral, como espacio físico, de la iglesia de Santa María de las Virtudes de Villamartín (Cádiz).

Ahora ampliaremos dichas noticias con algunos detalles que pocos conocen.

El terremoto de Lisboa del año 1755 afectó considerablemente a muchas iglesias parroquiales de la archidiócesis sevillana, así que el arzobispado acometió las obras necesarias para reconstruir los templos afectados por dicho terremoto. A nuestra localidad mandaron a Fernando Rosales y Ramos, maestro mayor de obras de la Iglesia desde 1784. Su nombre lo relacionamos siempre con Antonio Figueroa y José Álvarez, con los que coincidió en el cargo, como representantes de la «escuela de arquitectos tardobarrocos sevillanos».

Por otro lado, desde el año 1780 hasta 1816 encontramos viviendo en la calle San Sebastián a D. Juan Dávila y Cabezas como Vicario de la iglesia de Santa María de la Virtudes de Villamartín y al mayordomo de la fábrica D. Francisco Benítez y Moreno.

Antes de acabar el siglo XVIII se ideó, entre los tres citados anteriormente, la creación de un cerramiento para el coro y un trascoro al final de la nave central del templo, que se levantaría de ladrillos. Esto lo sabemos por un informe emitido por Fernando Rosales y Ramos, maestro mayor de albañilería del Arzobispado, en mayo de 1796. En él se lee que «aún faltaban por ejecutarse las “paredillas” del coro». Un año más tarde, el maestro Rosales emitió otro informe donde decía que, aunque las “paredillas” no se habían llegado a construir, considera concluida la obra del coro. Aquí debemos entender que dio por buena la sustitución de las proyectadas citaras por la envoltura de madera que aún subsiste.

Perece ser que los recursos económicos de la fábrica de la parroquia, administrados por el vicario D. Juan Dávila y Cabezas y su mayordomo D. Francisco Benítez y Moreno, daban para hacer encima de una plataforma el cerramiento del coro en madera noble y artísticamente labrada sin contar con el maestro de albañilería del arzobispado de Sevilla.

El coro en madera noble se montó encima del un emplazamiento de 40 metros cuadrados y a una altura sobre el suelo de la iglesia de 40 centímetros en el sitio indicado en la historia número 59.

Ya entrado el siglo XIX, decidieron cerrar el coro cantoral por delante con rejas de forja y en el friso de piedra que soporta todo el emplazamiento y bajo las rejas hicieron escribir en letras negras: «Se hizo esta reja a costa de la Fábrica, siendo vicario D. Juan Dávila y Cabezas y Mayordomo de la Fábrica Don Francisco Benítez y Moreno, este año de 1804».

El profesor Pablo J. Pomar Rodil de la Universidad de Cádiz decía que estas envolturas corales de madera transitaban entre la sencillez del de la iglesia mayor de Llerena (Badajoz) y el más desarrollado y arquitectónico de la catedral de Orihuela (Alicante). Pero desde entonces hasta hoy día ha llovido un poco, en el coro cantoral de Villamartín[JAM1] ; me refiero al deterioro que ha sufrido desde entonces y a las ausencias involuntarias de elementos ornamentales: el suelo correspondiente a la sillería es de madera, y aún se conserva, para reservarse del frío durante el invierno, pero necesita una reforma urgente antes que alguien introduzca su zapato entre las tablas; de los 23 asiento, solo 7 conservan su misericordia, es de esperar que alguien las devuelva algún día; el único adorno original que corona los asientos es el reservado al abad u obispo, el resto son trozos de adornos de algún retablo desechado y colocados ahí, con muy mal gusto, para que no se eche en falta el original. El resto del encerramiento está aceptable, teniendo en cuenta el tiempo que tiene.


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