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domingo, 27 de agosto de 2023

Historia n.º 65

 

El primitivo templo

 

             «En marzo de 1503, el Cabildo sevillano mandó a Rodrigo de Ballesteros mayordomo del mismo, comprar en presencia de Rodrigo Castaño, jurado y procurador mayor, y de los contadores, todo lo necesario para que el clérigo que ahora se envía a Villamartín pueda celebrar misa ante los vecinos y pobladores de la villa».

            Como hemos leído anteriormente de los papeles del Mayordomo del cabildo sevillano, desde el primer momento no se quiso dejar de prestar asistencia religiosa a los repobladores del sitio de Villa Martín; por eso se mandó a un clérigo con todo lo necesario para que dijera misa y resolviera todos los asuntos religiosos.

            Es de suponer que este clérigo con otros más que mandarían, en un principio, dirían misas en algunos sitios techados cercanos a la torre que había levantado el jurado Juan de Ortega «capitán de Villa Martín», hasta que se construyera un edificio adecuado para ello.

            Es obvio que no estoy hablando del templo que se empezó en el año 1520 bajo la tutela del arzobispado de Sevilla y que le confiaron las obras a Martín Gaínza, que según algunos escritores locales se hizo en esas fechas por las gravísimas epidemias sufridas en los años 1507 y 1508, sino a ese edificio adecuado que hizo de templo parroquial, el primitivo y provisional, que desde 1503 a 1520 hicieron con solo cuatro paredes y no sabemos el techo.

            Hasta la fecha no se sabe nada del primitivo templo. Se ha buscado en los registros eclesiásticos y en los municipales sin resultados, pero hasta que aparezca alguna noticia relacionada con él echaré a andar mi hipótesis sobre el mismo.

            El primitivo templo de los primeros repobladores debió de ser un templo modesto de planta de cruz con una sola nave, cuyas medidas sería de 25 metros de largo con un crucero de 9 metros con sacristía a la izquierda del altar y única puerta al pie del templo. Su orientación sería de sur a norte posiblemente.

            ¿Pero, existe en Villamartín algún sitio, edificio o ruinas que puedan reunir las características anteriormente reseñadas?

            ¡Sí! Creo que sí.

            Observen a continuación el plano de planta de la actual parroquia, que lo he utilizado del libro «Testigo» de D. José Manuel Álvarez Benítez, cura párroco en su momento de Santa María de las Virtudes. En él podemos observa en tres colores distintos las actuaciones que se han llevado a cabo en la creación del actual templo.

            El color negro remarca el contorno del templo primitivo, que reúne todas las características que señalaba en párrafos anteriores, duró hasta 1520. A partir de este año, Martín Gaínza y sus sucesores Francisco de Jerez y Alonso González edificaron sus proyectos, remarcado en color verde, englobando la parte del templo primitivo. En color rojo observamos las ampliaciones de Hernán Ruiz II, que es toda la cabecera del actual templo, la capilla bautismal y la portada.

            En el remarque negro que corresponde al templo primitivo, hay dos datos que avalan esta hipótesis: en primer lugar, al lado izquierdo del Sagrario existe una dependencia, pequeña, pero que en su momento pudo servir de sacristía; en segundo lugar, la puerta de entrada y salida del templo primitivo corresponde, hoy día, donde está situado el retablo y altar de la Patrona, Santa Ana.

            Siempre se ha dicho que ese lateral, que contiene al retablo de Santa Ana, no estaba simétrico y no se sabía por qué, pues la respuesta es esa, el retablo aprovecha el hueco de la puerta primitiva. Dicha puerta fue respetada por Martín Gaínza, Francisco de Jerez, Alonso González y Hernán Ruiz II como puerta lateral del templo y utilizada por los feligreses que acudían al mismo por aquella zona, coincidiendo en línea recta puerta y calle Taller actualmente. Una vez ocupada la puerta por el retablo se planteó la necesidad de dotar a ese lado del templo de otra puerta que es la que conocemos hoy como la puerta del Sol y la Luna.

         En el libro VILLAMARTIN, CUATROCIENTO AÑOS DESPUES, cuyo autor es José Manuel Álvarez Benítez al final de la página 44 y principio de la 45 se dice sobre el retablo de Santa Ana: “… continúa en la parte derecha del templo, en el emplazamiento que estuvo, antes de la reforma del mismo en tiempo de Hernán Ruiz, si bien, a causa de esa reforma y al desaparecer el antiguo crucero del templo, el altar de Santa Ana quedó un tanto desplazado del muro actual; por lo que en una visita, en el siglo XVIII, se manda, según consta en acta, que se lleve de nuevo al centro de la pared, cosa que no se hizo y sigue igual hasta hoy.”

Si Hernán Ruiz terminó la reforma del templo en el año 1565 y cuatro años después fallece, y el altar de Santa Ana se hizo entre los años 1606 y 1653, no se le puede echar la culpa del desplazamiento a la reforma del templo parroquial, ahí debió ocurrir posiblemente que se quiso tener a la Patrona cerca de la cabecera del templo y el único sitio que había era el hueco de la Puerta. En tiempo de la reforma de Hernán Ruiz II (1560-1565) ni estaba ni se le esperaba a Santa Ana como Patrona (1598) y mucho menos el retablo de la misma (1606-1653).