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jueves, 16 de enero de 2020

Historia n.º 42 No hay vencedor sino Alá

Wa lā gāliba illā-llāh

No hay vencedor sino Alá

       El 26 de marzo de 2009, Canal Sur Televisión, en su informativo “La noche al día”, presentaba a través de su presentador Javier Domínguez un vídeo donde Alicia Leiva informaba, con la intervención de Juan Castilla (investigador CSIC) y María del Mar Villafranca (directora Patronato de la Alhambra), de la presentación del “Corpus Epigráfico de la Alhambra”, era el primer libro y DVD con el estudio de las inscripciones de las paredes del Palacio de Comares.

       Arabistas y epigrafistas demostraban, en esa primera fase de investigación, que la Alhambra no estaba sólo llena de poemas.
Jaculatoria de la Alhambra

       La jaculatoria "Wa lā gāliba illā-llāh" (وَ لاَ غـَـلِـبٌ إلاَ اللـَّه) era y es la frase más repetida en las paredes del Palacio de Comares. Se podría traducir como No hay vencedor sino Alá (también como Sólo Alá es Vencedor o No hay más vencedor que Al-l āh).

       Según fuentes andalusíes el lema figuraba en la bandera blanca que portaba el tercer califa almohade, Ya'qūb al-Manṣūr, en la batalla de Alarcos (1195). Con el tiempo fue convertida por Muḥammad Ibn al_Aḥmar (Muḥammad I – el rey Alhamar) en emblema de la dinastía nazarí. Así, después de la victoria de los ejércitos granadinos sobre las tropas castellanas en la batalla de Arjona (1238), Muḥammad I entró triunfal por la Puerta de Elvira en Granada. Los granadinos recibieron con vítores al vencedor por la gracia de Alá, a lo que él respondió “No hay vencedor sino Alá”. Quería mostrar que todo lo ocurrido era por designio y voluntad de Al-lāh.
Escudo del Reino Nazarí

       Lafuente Alcántara tiene otra versión sobre el origen de Wa lā gāliba illā-llāh: el lema que mostraba el escudo nazarí era reverenciado como invención divina, atribuyéndosele la victoria de Alarcos. En la víspera de la batalla, “apareció en los espacios un ángel montado en un caballo blanco, tremolando una bandera”, y en ella figuraba la leyenda que sería adoptada después como emblema por los musulmanes granadinos.

       Sea cual fuere su verdadero origen, a nosotros, los villamartinenses de hoy, no nos interesa (salvo como interés cultural) ni podemos sentirnos envidiosos de que "Wa lā gāliba illā-llāh" (وَ لاَ غـَـلِـبٌ إلاَ اللـَّه) sea la frase más repetida en la Alhambra de Granada, ya que a unos nueve kilómetros del casco urbano y en dirección a Prado del Rey tenemos una ermita chiquita en la cual veneramos a la Santísima Virgen de Las Montañas, y en el alicatado interior de dicha ermita podéis contemplar y leer cerca de sesenta veces:
Azulejo del interior de la ermita

No hay vencedor sino Alá

Wa lā gāliba illā-llāh

       Espero que no me excomulguen con esto, porque en otra ocasión me culparon de injurias y me condenaron a no entrar jamás en el recinto donde están los archivos históricos de nuestra parroquia por comunicar que esos archivos históricos estaban empaquetados y listos para llevar a Jerez según me comunicó verbalmente el anterior párroco, único cura existente ese día en la población.

sábado, 11 de enero de 2020

Historia n.º 41 Vías de comunicación


Vías de comunicación


        Desde su fundación en 1503 hasta mediado del siglo XIX, Villamartín ha tenido cuatro vías de entradas/salidas fundamentales que confluían todas en la Plaza, ese cruce de caminos como se le conoce a la Villa.
        Desde ese punto de partida y salida se iba y venía a Sevilla, a Utrera, a El Coronil y a Montellano por la calle Mesones (hoy calle Los Hierros); a Bornos, a Arcos y a Jerez por la calle San Sebastián (hoy calle El Santo); y por la calle Concepción (hoy calle San Juan de Dios) se iba, a la izquierda a la altura del convento de San Juan de Dios, al pago de la Mediana, siguiendo la calle Concepción y vadeando el arroyo Sarracín por la fuente Vieja se iba a Puerto Serrano, a la derecha de la antigua fábrica de harina se iba a Zahara y siguiendo el curso del arroyo Sarracín se iba a Algodonales; a la fortaleza de Matrera, Almajar y a las salinas de Hortales se iba por la calle Toledano (hoy calle La Botica).
        De estas cuatro vías, dos eran importantísimas para el desarrollo global de la población, la de la calle Los Mesones que es por donde entra la Cañada Real de Sevilla a Gibraltar y la de la calle San Sebastián que es el Camino de Bornos. Al estar Villamartín asentado en la margen izquierda del río Guadalete y estando en la zona de la margen derecha las poblaciones con que más nos comunicábamos, no teníamos más remedio que a pie, en carro, a caballo o en mulas vadear el río Guadalete y éste creaba casi todos los años por el invierno a los vecinos ribereños y a los viajeros en general un problema porque se desbordaba o producía grandes avenidas de agua. Villamartín quedaba prácticamente incomunicada. La solución estaba en la construcción de un puente sobre el río Guadalete; esta solución nos parece la más acertada hoy, pero para aquella gente tener un puente estable y permanente con las envestidas de los desbordamientos y avenidas de agua era una utopía.
        Un remedio a este inconveniente lo propinó Juan de Toro Rosa en el año 1859 estableciendo una barca en el río Guadalete a fin de facilitar el pasaje del público en la pasada de Sevilla. Llegó a pedir autorización a la Alcaldía para la apertura, pero ésta le dijo que no necesitaba autorización ya que era un ramo de industria tan libre como cualquier otro, eso sí, que diera conocimiento a la Alcaldía para que como medida de policía urbana pueda reconocerla y ver si reunía las condiciones de seguridad que eran indispensables.
        Mientras esto ocurría, ya en los corrillos políticos locales así como en la Corporación municipal se oía y hablaba de la carretera de Primer Orden que había de partir de Jerez a Hardales (Ardales, hoy) pasando por Villamartín uniendo las provincias de Cádiz y Málaga según proyecto basado en la Ley de 7 de mayo de 1851 (Ley ARTETA) que clasificaba las carreteras de la Península en generales, transversales, provinciales y locales, marcando el punto inicial legislativo sobre esta materia en nuestra Patria.
        Conocido el proyecto de la carretera de Primer Orden a su paso por Villamartín, a la Corporación municipal no le gustó que ésta no entrara por el centro del pueblo, como era normal en aquella época, así que el 22 de abril de 1858 la Corporación acordó dirigirse al Sr. Gobernador manifestándole la necesidad de variar la carretera trazada para que entrara por la pasada de Sevilla. Con esto no tenía más remedio que tomar la Cañada Real de Sevilla y entrar en el pueblo por la calle de Los Mesones.
        Dos años después, nuestro vecino Juan de Toro Rosa, el de la barca en la pasada de Sevilla, solicitó del Ayuntamiento tres fanegas de tierras en cada una de las márgenes del río Guadalete porque decía que las necesitaba para el buen servicio del pasaje. Esta solicitud fue denegada porque los terrenos que pedía pertenecían a particulares.
        No había pasado medio año cuando en el 1861 este mismo señor pedía nuevamente terrenos en la parte ulterior del río para que sirviera de apeadero y de punto de entrada y salida, beneficio que él recibía pero que repercutiría en lo que él decía hacer al público. Además de Juan de Toro Rosa, existían a lo largo del río Guadalete otros nadadores o vadeadores como José de la Cruz, Juan Moreno Morato, Antonio Rubio, Ignacio de Troya, Jerónimo Márquez y Francisco Medina; éstos pidieron al Ayuntamiento que les señalara la retribución que a los pasajeros debían exigir y los autorizara como tales vadeadores dándolos a conocer bajo este empleo.
Esta petición también fue denegada porque era una industria libre la que ejercían y que podían seguir ejerciéndola del mismo modo sin que el Ayuntamiento debiera intervenir en designar los honorarios, pues eso sería establecer la tasa, que se encontraba prohibida por ley y, además, al autorizarlos como deseaban excluían a cualquier otro que a la misma industria quisiera dedicarse.
        La entrada de la carretera de primer orden de Jerez a Hardales por la pasada de Sevilla fue desestimada, pero la idea de que dicha carretera atravesar el pueblo pasando por el punto exacto del cruce de caminos, es decir, La Plaza, no decaía; por eso en noviembre de 1863 se hizo una petición al Sr. Ministro de Fomento de la nación solicitando una rampa y un puente permanente o fijo por donde cruzara la susodicha carretera. Dicha petición fue reenviada al Sr. Gobernador provincial que era quien tenía las atribuciones sobre el tema. La rampa debía partir de la salida de la calle de San Sebastián (El Santo), vulgarmente llamado Alto del Santo, bajando por el Camino de Bornos hasta el sitio de la Tenería para empalmarla con la carretera en construcción. Con respecto al puente permanente o fijo le comunicaron a la Corporación que no había lugar la petición de dicho puente porque la empresa constructora debía construirlo como parte de dicha carretera.
        A primero de mayo de 1864 llegaron los resultados de la anterior petición lamentado no poder concederse como deseaba la Corporación en razón a que debiendo continuar la vía en construcción hasta la provincia de Málaga, había de pasar lindando con la población por la plaza llamada de Oriente (hoy desaparecida por la zona de El Tacón), en la cual podía establecerse un punto de partida tan cómodo y fácil cual se necesitaba para los carruajes que transitaran por el expresado camino. En vista de lo anterior la Corporación solicitó que en atención a que había de seguir el arrecife se anticipara la continuación de la vía al menos hasta la citada plaza de Oriente, toda vez, que era obra que se había de hacer al fin, que podría tener la extensión cuanto más de 200 m.; de este modo se conseguía que sin el gasto de la rampa se proporcionara al pueblo la comodidad que correspondía en el servicio de la vía. Haciéndole sentir el beneficio que de otro modo sería estéril o nulo, si se tenía en cuenta que la carencia del puente proyectado en el peligroso río Guadalete invadeable una buena parte del año, había de ser un motivo que aumentara las dificultades.
        El 29 de agosto de 1865 se reunió el cabildo en sesión extraordinaria para reclamar del Ministro de Fomento, que la carretera de primer orden que partía de Cádiz a Málaga en el trozo que quedaba aun por concluir entre Villamartín y Montejaque, se dirigiera por Prado del Rey, El Bosque, Benamahoma y Grazalema, respondiendo así a la invitación que se hacía por el Gobierno provincial para que los pueblos comprendidos en la sección que abrazaba aquel proyecto, emitieran su opinión o parecer sobre cual de los dos trazados hechos hasta ahora era más conveniente a la continuación de dicha carretera. El Ayuntamiento conferenció sobre el particular, y recordó que en julio del año pasado de 1863 se solicitó por una gran parte de los vecinos de este pueblo lo mismo que ahora se proponía; considerando que era de indispensable conveniencia la dirección de la vía por los citados pueblos, la cual había de beneficiar extraordinariamente a éste con la exportación mayor y más fácil que dará a sus productos naturales en el más crecido número de poblaciones que había de recorrer comparadas con las que se encuentran en la casi desierta vía de Algodonales; y teniendo presente otras varias consideraciones generales y particulares que hablaban en pro de ese trazado. Acordaron presentar la solicitud   Sr. Ministro de Fomento reclamando la dirección de la indicada carretera por los pueblos designados más arriba.
        Para saber más sobre la carretera de primer orden de Jerez a Ardales podéis consultar mi libro digital “Las vías pecuarias de Villamartín (Cañadas, caminos y carreteras)” que podéis descargar en la Historia nº 77 de este blogpots; y en el libro “Apuntes para una memoria sobre la mejor dirección que deba darse a el trazado de la carretera de Villamartín Ronda sección de la de primer orden que ha de partir de Jerez a Hardales uniendo las provincias de Málaga y Cádiz” que podéis descargar pinchando aquí.
        La carretera hasta Villamartín se terminó y el puente permanente o fijo se terminó también, pero lo que no terminó fueron las embestidas que el río Guadalete con sus desbordamientos y avenidas de agua golpeaban al puente, haciendo que éste se tambaleara y partiera varias veces dejando incomunicada a la población. Como veis el oficio de vadeador, que comenzó en las fechas que he indicado más arriba, no acababa de decaer ya que las reparaciones que se hacía al puente duraban mucho. Al lado de este puente, que se construyó para la carretera Jerez a Ardales y no de Las Cabezas de San Juan a Ubrique aun sin comenzar, y en la pasada de Sevilla continuaban las barcas de pasajes que eran lanchas grandes y planas que se utilizaban para atravesar el río, palmeándola por medio de un andarivel. A veces este andarivel con las riadas se partía y dejaba a la deriva a las barcas de pasajes. No es de extrañar que estos episodios calaran en los pasajeros y saliera de éstos el dicho, que no refrán o proverbio, “en Villamartín te espero si la soga no se rompe”.