¿El Paseo de la Alameda?
De la composición del paseo de
la Alameda no vamos a hablar en esta historia, porque ya lo hicimos en otra de
este blog con el nombre de «Alameda sin álamos».
Son
muchos los niños que diariamente han disfrutado de este recinto al aire libre después
de las labores escolares, incluidos los sábados y domingos. Así mismo, las
persona adultas y ancianos lo han disfrutado para tomar el sol en invierno y otoño,
y fresco en primavera y verano.
Cuando
se construyó el Colegio Libre Adoptado de Enseñanza
Media de Grado Elemental «Menéndez Pelayo», el Paseo de la Alameda de
Miguel Primo de Rivera fue remodelado para que sirviera de recreo a los alumnos
del Colegio. Los Capitulares acordaron autorizar al Sr. alcalde-presidente para
que realizara urgentemente las obras y por administración directa.
Hoy
día la calle que desemboca en el aludido paseo se denomina calle El Santo, y la
Alameda es renombrada como Alameda de la Diputación. Ambos cambios por acuerdo
del Ayuntamiento desde el 30 de noviembre de 1989.
Este
sitio de Villamartín seguirá llamándose «Alameda» porque siempre
así se le ha llamado desde su construcción, pero, tendríamos que cambiar el
rótulo del paseo por otro que reflejara mejor a los naranjos que están plantados
desde la remodelación que se hizo en su momento.
El
reloj del antiguo instituto que en el año 1962 se incorporó a los objetos
permanentes del Paseo, contempló desde su altura las nuevas obras en él, sabe
que su aljibe sigue donde estaba, su alberca ya desapareció y sigue esperando,
ya viejo, un poco de grasa en sus articulaciones para despertar de su letargo
forzoso que quedó anclado en las 5:30 horas, para seguir acompañando a los
vecinos en su nuevo paseo. Con la mencionada remodelación se le engrasó y se le
trasplantaron la cara y nuevas manos. Como su mantenedor no ha sido constante
otra vez ha entrado en letargo forzoso y se ha quedado anclado en las 10:12
horas. Hace poco le susurraron al oído el nuevo nombre que popularmente le
habían puesto al paseo: «el nuevo cementerio». Y, ¡claro! Por eso decía que ya
no veía a niños jugar ni personas pasear por su paseo.
A
este paseo ya no van niños ni personas. A los únicos que se les ven de vez en
cuando entrar y salir son a gatos y algunos perros perdidos y a las personas
que trabajan en el edificio del antiguo Instituto. Ya sólo hay una entrada y a
partir de la 15:00 horas cerrado, incluido los sábados y domingo y fiestas de
guardar, como dicen en Villamartín.
El lugar se ha quedado ya algo fúnebre desde un tiempo a hoy, ahora hay que sumarle como objeto permanente del Paseo la colocación en uno de sus extremos (la esquina más cercana a la calle Barcelona) un monolito con los nombres de los caídos en la guerra civil. Eso le hace el juego al sobrenombre que le han puesto al sitio.
Una
vez construido el edificio para el Colegio Libre Adoptado de Enseñanza Media de
Grado Elemental «Menéndez Pelayo» en el Paseo de la Alameda con dinero de la
gente de Villamartín, la Alameda disponía de unas vistas inmejorables. Vistas
que hoy no tiene, como dice el reloj, gracias al uso que las distintas
corporaciones municipales locales han hecho del edificio desde su creación;
unas, por querer ser más que otras; y, otras, por no hacer nada. Lo cierto es
que el paseo se quedó sin vistas por las ampliaciones laterales en altura del
edificio citado, y el edificio se destinó a otra cosa distinta a su fin. Como
muestra lean lo que se dijo en un pleno municipal el día: «6 de julio de 1962
donde el Sr. Alcalde manifestó que la Comisión Especial para la construcción
del Local para el Colegio de Enseñanza Media de Grado Elemental de esta Villa,
por acuerdo adoptado el día 27 de junio pasado, había hecho entrega a este
Ayuntamiento del edificio que ha construido con dicho fin, que está situado en
la parte frontal del Paseo llamado Miguel Primo de Rivera de esta Villa,
ubicado en solar de propiedad municipal, con la única condición de
destinarlo al fin para qué ha sido construido con la colaboración económica
del vecindario, en suscripción voluntaria, pudiendo en el futuro ser ampliado o
reformado por la Corporación Municipal, pero respetando siempre el destino de
dedicarlo a actividades docentes de Enseñanza Media; que el edificio, con las
obras e instalaciones complementarias hechas por este Ayuntamiento como la
pintura interior y exterior, instalación de un reloj en la fachada, alumbrado
eléctrico mobiliario, etc., está actualmente dispuesto para su funcionamiento y
por lo tanto procede adoptar los acuerdos necesarios, para su organización
interna, con vista a su puesta en funcionamiento para el próximo Curso
Académico 1962-63, sometiéndolo a la consideración del Ayuntamiento Pleno…»
Desde
1975 la mayoría de los alcaldes locales han tenido que ver de alguna manera con
la enseñanza, así que no se comprende cómo se ignoró un pleno y sus
resoluciones como el del día 6 de julio de 1962.
Lugares
para ofrecer había y los hay. Que hacen esos dos silos que tenemos sin
reutilizarse…
A
la juventud actual es posible que este sitio de Villamartín no le llame mucho
la atención, pero a los usuarios ya adultos desde siempre de este lugar, que no
le pregunten por la Alameda porque la respuesta puede ser la misma que el título de
esta historia.
Como
la esperanza es lo último que se pierde, esperemos ver la Alameda con sus
vistas propias y una nueva solución al Paseo de la Alameda.