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viernes, 29 de marzo de 2024

Historia nº. 73

 

Cosas de Villamartín

 

         Del libro «52 historias de la Villa de Villamartín» sacamos que, sobre la década del año 1860, la corporación del cabildo villamartinense se propuso que la carretera de 2º orden, Jerez-Ronda, que se estaba construyendo y prácticamente estaba llegando a Villamartín pasara por el centro del pueblo. Para ello, solicitaron a través del Diputado a Cortes del Distrito D. Idelfonso Núñez del Prado, que el gobierno construyera una rampa que saliera de la calle El Santo (antes calle San Sebastián), bajara por lo que hoy día es la calle Areniscos y empalmara en el sitio de la Tenería con dicha carretera.

         Después de muchos papeleos y tiras y aflojas esa rampa que se pretendía no llegó a su fin y la carretera no cruzó el pueblo como se presumía, pero la pretensión no cayó en saco roto. Así, hacia el año 1926 (datos tomados del libro «Historia de la Calles, Plazas y Paseos de la Villa de Villamartín), surgió de nuevo la idea de enlazar la carretera con el pueblo y se ideó el camino vecinal desde el matadero a la Tenería.

         El alcalde presidente en aquellos momentos, D. Sebastián Peña Gómez, el teniente alcalde D. Eduardo Jarén Pavón y el capitular D. Manuel Jiménez Maza fueron los encargados por el cabildo para fijar el lugar de emplazamiento y resolver todo cuanto con este asunto se relacionase. Tarea a la que se dedicaron plenamente los tres anteriores y sus sucesores en los cargos hasta el día 24 de enero del año 1955; en ese día el alcalde D. Adolfo Blanco comunicaba a la corporación que tras diversas obras quedaría listo para su inauguración el camino vecinal como Avenida. En ese mismo día y cabildo se exaltó la figura de D. Manuel Jiménez Maza como concejal de su época, iniciador e infatigable animador de toda obra pública orientada a hacer de Villamartín el más admirado pueblo de la sierra. Se le nombró Hijo Predilecto y se rotuló el camino vecinal del Matadero a la Tenería convertido en avenida como Avenida de D. Manuel Jiménez Maza.

         La Avenida Manuel Jiménez Maza estuvo llamándose así durante treinta y cuatro años, pero como ocurre en tantos sitios de la geografía andaluza, Villamartín no iba a ser menos, a finales del año 1989 de un plumazo y arbitrariamente la avenida se quedó sin el nombre de la persona que la ideó, trabajó, modeló y sufrió. Tomó el nombre de Avenida de la Feria. La frase que tantas veces hemos leído y oído cuando se rotulaba una calle con el nombre de algún vecino «…para así perpetuar su recuerdo a las futuras generaciones de la Villa…» quedó definitivamente zanjada y finiquitada aquí. Esta manera de actuar es más frecuente de lo que creemos porque de un tiempo a acá se entra en la política como medio de vida y subsistencia y no como servicio al pueblo, a los demás. Se está más pendiente de asuntos que dan votos y se apartan asuntos como los que exponemos aquí o similares que sólo les generan quebraderos de cabeza.

         Hoy día, la actual Avenida de la Feria está presidida por un pedestal con un busto y delante de este hay una especie de jardinera compuesta con muy mal gusto. (Ya han preguntado varias personas a este blog, que si allí está enterrado el señor del busto).

         Y si la jardinera está hecha con muy mal gusto, ¿qué podemos decir de la colocación del busto? Los méritos de D. Cristóbal Ramos Armario para presidir algo estarán para hacerlo en otro sitio, en ese no. Ese sitio estaría reservado en todo caso para alguien íntimamente ligado y relacionado con la Avenida. Aquí se ha actuado sin inteligencia racional. Se quita al creador y se pone a otro que no tiene nada que ver con el asunto. Al impulsor de la idea no tuvo un buen día, por decir algo de él.

         Pero querido lector, no te preocupes. Aquí en Villamartín no va a descolocarse nada por mucho que se diga, ¡con la iglesia hemos topado! La jardinera seguirá colocada allí con el mismo mal gusto; el busto de D. Cristóbal seguirá en el mismo sitio; la procesión del Corpus se hará por la mañana, cuando más calor hace y no por la tarde como siempre se hizo; la calle Botica seguirá como calle Boticas; la calle Salto del Pollo, que siempre se ha llamado así (y si no, que se lo pregunten a Julián), continuará como calle del Poyo; la calle Salinera seguirá como calle Salineras; la calle Los Reyes continuará como calle Virgen de Los Reyes; la calle El Rosario (objeto) seguirá rotulada Virgen del Rosario (persona); si quieres vivir muchos años te vas a la Alameda, que allí vivirás eternamente, no pasa el tiempo, el reloj marca siempre la misma hora; la Plaza del Ayuntamiento continuará sin rótulo que la identifique…

 


Nota.- Si alguien quiere comprobar lo dicho sobre el nombre de las calles puede hacerlo en el libro de actas del cabildo del año 1989, y más en concreto el 30 de noviembre de 1989.

 

lunes, 5 de febrero de 2024

Historia n.º 72

Rotulaciones de calles

    El 1 de octubre del año 2021 se hizo una entrada en el blog «Calles, Plazas y Paseos de Villamartín» con el título «Sobre rotulaciones de calles» y hemos tenido el silencio por respuesta. Hoy la vamos a incluir en este blog a ver si el encargado del ramo nos dice con argumentos, por qué se mantienen los errores de rotulación hasta hoy día.

    Nuestros argumentos son los que siguen:

  Nos vamos a remontar al 31 de agosto de 1989 donde se acuerda rotular 28 calle ya existente con nueva denominación; y, por otro lado, al 30 de noviembre del mismo año donde se hace lo mismo que lo anterior, pero de una forma más generalizada dando lugar al callejero actual de Villamartín.

   Las rotulaciones de calles mencionadas y aprobadas los días de esas dos fechas nombradas en el párrafo anterior, constituyen dos auténticos acuerdos del Ayuntamiento Pleno. No sé si por unanimidad, puesto que el acta capitular de donde se ha tonado el dato no lo dice, pero de no serlo sería por mayoría del partido político dominante en el momento.

   Una vez contadas o narradas las normas en las que nos basamos, contaremos la realidad actual. Empezaremos con las calles actuales que dicen se llaman, una, “Calle Virgen de los Reyes”, otra, “Calle Virgen del Rosario”. De toda la vida estas dos calles se han llamado “Calle Los Reyes” y “Calle El Rosario”, y para muestra vean varios botones en documentos municipales:


    Se sabe, que las comisiones informativas del Ayuntamiento estaban compuestas en el año de los acuerdos, a veces, hasta por nueve miembros, y se sabe también que, meses antes al 31 de agosto de 1989, hubo una especie de subcomisión formada por tres miembros, cuyos nombres quedan reservados, que estudiaron la posibilidad de que las calles Los Reyes y Rosario se llamasen Calle Virgen de Los Reyes y Virgen del Rosario. Solo uno de los tres miembros de dicha subcomisión tenía voto en el pleno del Ayuntamiento, así que, dicha posibilidad quedó anulada porque las calles citadas salieron aprobadas con los nombres de “Los Reyes” y “Rosario”; es de suponer que el poseedor del voto votaría lo mismo que su grupo, por tanto, los estudios de dicha subcomisión sobre el tema deberían haber sido archivados. Pues, ¡no! Las calles están rotuladas como calle Virgen de Los Reyes y calle Virgen del Rosario contraviniendo los acuerdos que dicen que las calles se llaman Calle Los Reyes y Calle Rosario. Además, una cosa es una Señora con un rosario, y otra cosa es un objeto, llamado El Rosario.

    Otro rótulo de calle que no coincide con el callejero de los acuerdos mencionados es la calle rotulada actualmente con el nombre de “Calle Salto del Poyo” y decimos lo mismo que de las calles mencionadas anteriormente, para muestra vean varios botones en documentos municipales:


    En el libro publicado por el Ayuntamiento en el año 1989 titulado “VILLAMARTÍN Imágenes de un Siglo I” en la página 170 se siembra una importante duda irreparable sobre el nombre de la calle: “La fonética andaluza no nos permite discernir si es el “Salto del Pollo o del Poyo”, lo que nos deja sin saber claramente quién saltaba a quién”, decía su autor. ¡Efectivamente!, aquí solo se ha mirado en la Fonética y en el protagonismo personal, pero no solo hay que mirar la Fonética, que en este caso no es concluyente como es obvio ya que los andaluces no diferenciamos la “ll” de la “y”, sino también hay que mirar la Semántica y la Caligrafía, y sobre todo la tradición de los documentos municipales. El autor del título y texto y el supervisor de dicha página no tuvieron en aquellos momentos un buen día. Uno se inclinaba más por las Ciencias y el otro, no se sabe. Para la Semántica se debe utilizar un buen diccionario y para la Caligrafía se debe leer los «botones» expuestos más arriba y los documentos del Ayuntamiento sobre el tema, anteriores a la fecha de edición del citado libro. Así tendremos rótulos de calles coherentes con los documentos oficiales y con las tradiciones del pueblo. Dicho libro se debería retirar.

    La siguiente controversia la encontramos en los rótulos de las calles Botica y Salinera. Ambas calles están acordadas en singular y no plural. Aquí está la contradicción, es decir, en la misma calle nos encontramos rótulos que dicen Calle Botica y en la siguiente esquina Calle Boticas, y en la otra calle, en una esquina dice Calle Salinera y en la esquina siguiente nos encontramos con Calle Salineras. Y decimos lo mismo que de las calles mencionadas anteriormente, para muestra vean varios botones:


    La calle Botica sobemos que es así porque hace honor a un pequeño despacho de fórmulas magistrales que suministraban los Hermanos de San Juan de Dios en la calle Toledano que era las traseras de su convento; la gente empezó a citarla como calle de la botica; nombre que ha durado en el habla popular de generación en generación hasta hoy. La calle Boticas seguramente es una falta de ortografía, y si no lo es, no creo que sea por las dos boticas que había en la calle, la del Sr. Fernández o la del Sr. Calvente. Los rótulos de Salinera y Salineras creo que también es otra falta de ortografía, ya que en la época que empezó a llamarse a la calle Salinera era así en singular porque el reparto de la sal era un monopolio y eso solo lo llevaba una persona.

    No quiero dejar de mencionar otro acuerdo, más lejano, relacionado con el uso de las calles y mencionado varias veces en el Blog sobre la Historia de Villamartín «VILLAMARTÍN, mil y una historias». Los acuerdos de otras Corporaciones se deben mantener o revocar por el mismo ente, pero nunca que nadie ajeno a la Corporación los revoque a sus intereses. En este caso nos referimos a una fiesta tradicional y con mucha raigambre en el pueblo, El Corpus. Desde hace más de 150 años la Corporación de Villamartín consiguió un acuerdo con el obispado de Sevilla para que el Corpus se realizara por las tardes y no por las mañanas por diversos motivos. Que se sepa ese acuerdo no ha sido revocado por ninguna Corporación de Villamartín, y hoy día lo tenemos otra vez por la mañana. ¿Quién ha hecho algo para hacer cumplir los acuerdos del Ayuntamiento?

    En resumen, si queremos que nos visiten, que seamos un referente ante los pueblos que nos rodean, que no nos digan catetos y seamos el hazmerreír de la Sierra de Cádiz, debemos dar lo mejor de nosotros y ofrecer un pueblo coherente con su historia, rotulando sus calles sin ninguna confusión, respetando sus costumbres peculiares y a sus patronos Santiago y Santa Ana.

    Por último, hay que recordar que los objetivos de este blog son instructivos y pedagógicos. Por eso, las críticas que se viertan en él van encaminadas a que sus lectores tengan conocimientos del objeto o asunto criticado y las soluciones dadas hasta el presente.

 

lunes, 8 de enero de 2024

Historia n.º 71

 

El Reloj del Ayuntamiento

 

No todas las gentes de Villamartín saben que además de los tres relojes públicos existentes, el de la torre de la parroquia, el de la torre de San Francisco (1) y, el del edificio de la Alameda, existió otro, un cuarto, que corrió con la misma suerte que la plaza de El Oriente.

          Como todo el mundo sabe, la Segunda República española, cuyo nombre oficial era República Española, fue el régimen democrático que existió en España entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939. Pues bien, a partir del 14 de abril de 1931 la vida política del pueblo fue dirigida por una gestora hasta nuevas elecciones. Elecciones que dieron como resultado que el 14 de junio de ese año tuviésemos Corporación republicana.

          Un oriundo de Algatocín (Málaga) procedente de Algodonales (Cádiz), casado y con siete hijos y residente 11 años, fue elegido como alcalde de Villamartín: D. Andrés Piña Pacheco.

          Entre otras cosas, expuso por escrito al Ayuntamiento antes de que acabase el año 1931: «La importancia y las necesidades de una población de un censo considerable como lo es la de Villamartín venían reclamando desde hace algún tiempo el establecimiento de un reloj público que colocado en la fachada de la Casa Consistorial le ponga a tono con otras poblaciones de su misma categoría, más urbanizada en este aspecto. Fundado en estas consideraciones, el alcalde que suscribe propone al Ayuntamiento la adquisición con el fin indicado de un reloj procedente de la fábrica de campanas y relojes de torres de los Sres. Roses Hermanos, de Valencia de un reloj de las siguientes características y precio:

-                 Reloj máquina                                         2500 Ptas.

-                 Campanas de 200, 75 y 25 kg.                  2500 Ptas.

-                 Esfera y agujas                                        1200 Ptas.

-                 Pesas motor                                               630 Ptas.

-                 Torre hierro forjado                                    990 Ptas.

-                 Cables metálicos                                         350 Ptas.

-                 Engranes de ángulos                                   280 Ptas.

                                                                    -------------                               

                                  Total                             8450 Ptas.

          No obstante, el Ayuntamiento acordará como siempre lo más acertado y conveniente a los intereses de la Villa. Casas Consistoriales 2 de diciembre de 1931. Andrés Piña. [Rubricado]».

          Terminada que fue la lectura del expuesto, previa la disposición conveniente y por unanimidad de los Sres. Concejales el Ayuntamiento acordó: aprobar en todas sus partes el expuesto de referencia y en su virtud adquirir de la Casa Roses Hermanos el reloj de torre de que se trataba por la suma de ocho mil cuatrocientas cincuenta pesetas que se abonarían en tres plazos: el primero, al efectuarse la instalación del reloj; el segundo, a los dos meses de aquella; y el tercero, a los cuatro meses de la instalación repetida; facultando ampliamente a la alcaldía para que pudiera autorizar el oportuno contrato de compra con la Casa citada.

       A los efectos del Estatuto Municipal, el secretario advirtió a la Corporación, antes de tomarse el anterior acuerdo, la necesidad de celebrar el oportuno concurso para la compra del reloj de torre de que se dejaba hecho mérito por exceder la cuantía del gasto, del fijado por la ley para que aquella pudiera ser concertada directamente.

       El correspondiente contrato se realizó como pueden ustedes comprobar en los dos recortes de fotografías expuestos.

      El 29 de abril de año 1932 se dio cuenta de una carta de la fábrica de campanas y relojes de torres de Roses Hermanos, de 21 de los corrientes interesándose que dijesen si se encontraban muy adelantadas las obras para la instalación del reloj de torre adquirido por la Corporación municipal, acordando los Sres. Concejales contestar el referido asunto en el sentido de que se emprendiera el envío del repetido reloj en el mes de junio próximo.

      Examinadas las actas capitulares de todo el año, no se ha encontrado ninguna reseña más sobre el asunto hasta llegar al cabildo de 16 de febrero de 1934, en el cual se vuelve a leer otra carta de los Sres. Roses Hermanos de Valencia, relativa a contrato que se le tenía hecho para la instalación de reloj público, en esta Villa; acordándose responder con vista del dictamen que emitiesen los Sres. de la Comisión de Hacienda respecto al asunto.

       No se sabe lo que respondieron, lo cierto es que en octubre del mismo año tenemos que por unanimidad se acordó aceptar la renuncia que de su cargo de encargado del reloj público de esta villa tenía presentada D. Fernando Parra Coronado, y que hasta tanto se previera el mismo con las formalidades legales, designar para desempeñar el cargo vacante a D. Cándido Romero Díaz.

       En el mes siguiente se vuelve a hablar del caso anterior, pero no de la instalación del reloj de torre: Cabildo 01-11-1934, se dio cuenta a los Sres. concejales del escrito que al Ayuntamiento dirige el vecino de ésta José López Salas solicitando ser nombrado encargado del reloj público de la población. Los Sres. concurrentes acordaron por unanimidad desestimar dicho escrito, por encontrarse ocupado el cargo por D. Cándido Romero Díaz, cuyo nombramiento se acordó provisionalmente en sesión de 26 de octubre pasado, y se ratificaba+ en esta, con carácter interino.

      Como era de esperar, antes tantos aplazamientos y tantas dejadeces el asunto fue diluyéndose como una cucharada de azúcar en un cubo de agua. La plaza de El Oriente tuvo el mismo fin que el reloj público de torre de Reses Hermanos de Valencia.


Notas: (1) El reloj de San Francisco existe, aunque no se vea. Está colocado detrás de la espadaña del antiguo convento y da las campanadas para lo oficios religiosos y las horas (cuando le dan cuerda).