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domingo, 29 de enero de 2023

Historia n.º 58

                                     Las escaleras o escalera de Villamartín

La Edad Media ha llegado a muchos de nosotros a través de películas, novelas históricas o visita a alguna ruina de castillo, y en ellas vemos básicamente caballeros con armadura, impresionantes castillos o acontecimientos que forjaron la historia de Europa, de España o la de nuestra propia localidad. Sin embargo, desconocemos muchos hechos básicos de la época y me ha parecido interesante investigar algunos; entre ellos cuál era el sistema de acceso a los pisos de la Torre del Homenaje del Castillo de Matrera.

Muchos son los historiadores que han escrito sobre el Castillo de Matrera y de ellos me he valido para realizar esta narración, interesándome más que nada de lo que dicen sobre la torre del homenaje, así encontramos a:

Juan Ignacio Varela Gilabert en su artículo de 1985, «El Castillo de Matrera y el hombre que lo mandara construir», que dice: Vale la pena ascender hasta el recinto y contemplar la mole de su Torre norte, cuadrada, y el resto de su bóveda que don Miguel Mancheño y Olivares, el historiador y arqueólogo arcense califica de «primitiva», y que el inolvidable poeta de Villaluenga, Perico Pérez Clotet, sospecha de construcción árabe.

Antonio Jarén Domínguez en su artículo de 1995, «El Castillo de Matrera. Una aproximación histórica y arquitectónica» en el cual nos comenta que en el Cerro Pajarete no ha habido una excavación arqueológica que evidencie labores para acondicionar el lugar a la defensa. Nos dice también, que no es azarosa la construcción de la torre del homenaje en el lugar en que está, ya que aprovecharon las enormes rocas naturales como potentes refuerzos de la muralla. En su descripción de la fábrica nos dice que la torre del homenaje se ubica en la parte norte del recinto y presenta su más grave derrumbamiento donde teóricamente debía estar situada la entrada de la misma. Está formada por dos plantas. La primera se cubre con una bóveda de medio cañón, a base de lajas de piedras irregulares. La segunda planta ofrece la misma cubierta, si bien en este caso el material utilizado son ladrillos rojizos regulares. La torre se encuentra defendida por un amurallamiento exterior, proporcionándole una perfecta defensa.

  Por otro lado, tenemos a Magdalena Valor Pechotta (1), de la Universidad de Sevilla, que, aunque en sus estudios medievales no le he encontrado tema sobre el Castillo de Matrera, sí he encontrado que muchos de sus planteamientos son aplicables a Matrera. Uno de ellos es la reutilización de la fortaleza andalusí reparándola y añadiéndole nuevas estructuras, bien a través de la orden de Calatrava o el Cabildo de Sevilla –(1499, junio, 3. [Sevilla] Mandamiento del Cabildo a Nicolás Martínez de Durango, obrero de las labores, ordenándole reparar lo necesario en el castillo de Matrera, reparaciones que aparecen señaladas en un informe de inspección que se hizo por orden del Cabildo, y que aquí se recogen, debiendo pagarlas de lo que recibe para las obras de la ciudad).  Aparecen así las torres del homenaje, que en nuestro castillo no parece tener la función de vivienda y sí la del último reducto de defensa del castillo. Su entrada ha desaparecido, pero posiblemente fuese una torre de flanqueo con una escalera circular en el interior, estas torres eran edificación fortificada que se encontraban en el exterior de una muralla defensiva u otra estructura formando un flanco.

             Alejandro Pérez Ordoñez (2) (Profesor, arqueólogo e intérprete de Patrimonio Histórico) nos dice que la torre del homenaje del Castillo de Matrera se alza en el sector norte, en el lugar más infranqueable, donde la pendiente cae casi en vertical. Es de planta rectangular, de 15 metros de largo por 10 de ancho. Los muros tienen un grosor de casi 3 metros. Tiene dos plantas, ambas cubiertas con sendas bóvedas de cañón, la de la planta baja construida con lajas de piedra irregulares y la superior en ladrillo.

  Según Carlos Quevedo Rojas (3), la torre del homenaje se alza en el sector norte, en el lugar más infranqueable, donde la pendiente es más abrupta. Es de planta rectangular, de 14,40 metros de largo (E-O) por 8,70 metros de ancho (N-S). Los muros tenían un grosor de 2,75 m en sus flancos este y oeste y 1,75 m en sus flancos norte y sur.

            Hay que agradecer a Antonio Jarén y a Alejandro Pérez que son los únicos que han aportado a la historia del Castillo de Matrera un plano general del recinto del castillo.

Del plano realizado por Antonio Jarén Domínguez, que lo podéis encontrar en el libro de feria de 1995, he recortado la parte correspondiente a la torre del homenaje que es el objeto de mi estudio:


En el recorte he señalado con un círculo rojo la esquina de la torre del homenaje más deteriorada y con una flecha el lugar donde debería estar el torreón de flanqueo con la escalera de acceso. Desde que yo vivo en Villamartín, y supongo que algunas centenas de años anteriores, el estado de esta zona del Castillo de Matrera no había cambiado salvo algunas piedras menos cada año por la erosión. Hoy ya todo ha cambiado.

Además de los ya mencionados, he analizado los textos de los estudiosos (Luis Iglesias García (4), José Mª. Gutiérrez López y Virgilio Martínez Enamorado (5), Rafael Sánchez Saus (6)…) sobre los castillos de la frontera que limitaba con el reino de Granada, llamada Banda Morisca, donde se encontraba el Castillo de Matrera y no he encontrado nada sobre el porqué esa esquina de la torre del homenaje está caída y las otras tres han permanecidos en pie hasta hace poco. De la escalera que daba acceso a la torre del homenaje tampoco he encontrado nada. Si se cayó deberíamos tener constancia de los restos de ella, restos de escalones, piedras…, nadie comenta nada sobre el acceso a los pisos de la torre; pues, ¡nada!

Todo el mundo sabe que la torre del homenaje es el último reducto en caer en caso de conquista y por tanto debían tener un buen sistema de seguridad. Esta fortaleza lo tenía. Observa el plano adjunto más arriba y verás una muralla que protegía la puerta de acceso. Además de esta muralla, el acceso a la torre se hacía a través de una escalera posiblemente de caracol como en la mayoría de los castillos y este Castillo de Matrera creo que también la tenía, pero como dije anteriormente, de ella no ha quedado un simple escalón.                        

La escalera mencionada anteriormente era en los castillos medievales de forma espiral y no tenía un diseño fortuito, sino que estaban concebidas de esta manera por unos motivos muy concretos. Estaban ubicadas en las torres y a lo largo de las paredes exteriores, quedando las habitaciones protegidas en el centro de la edificación y se idearon para la guerra. Su finalidad era dificultar el acceso de los hipotéticos enemigos a los pisos superiores del castillo. Los guerreros con sus armaduras debían tenerlo muy difícil para subir en fila india por aquellas retorcidas escaleras defendidas por los moradores de la torre.


            Existía además una ventaja añadida: si te fijas la mayoría de estas escaleras giran en el sentido de las agujas del reloj, por lo que el caballero invasor iba subiendo la escalera avanzando en primer lugar el lado izquierdo de su cuerpo lo que representaba un gran problema para defenderse, ya que los humanos somos en general diestros y la espada se sostenía con la mano derecha.

              En la localidad de Villamartín (Cádiz) existe una iglesia parroquial dedicada a Santa María de las Virtudes que contiene una escalera de caracol atribuida a Hernán Ruiz el Joven de mediado del siglo XVI. Digo atribuida a Hernán Ruiz porque como no hay planos donde se pueda ver si estaba recogida en ellos la escalera, todo el mundo lo dice y además está situada en la parte del templo que él amplió, pero hay que recordar que con motivo del terremoto que tuvo lugar el día 1 de noviembre de 1755 en Lisboa, que afectó a Portugal, España, Marruecos y a nuestra iglesia, por eso estuvo bastante tiempo en reparación, y en este tiempo también se pudo haber construido. No se sabe de dónde fueron traído los materiales para su edificación. Por la parte exterior de ella se observa piezas de su fábrica que no enlaza con ninguna otras del conjunto, como si fueran arrancadas de algún muro y puesta en ese sitio a empujones, como decimos en Villamartín. Su planta exterior es ochavada irregular, observándose alternativamente lados desiguales, lados de 2,5 metros con otros de 1 metro aproximadamente. Está coronada con una cúpula que no coincide su centro con el centro poligonal de su base.

Cierta publicación dice sobre la escalera: «Adosada al muro de la sacristía y por el mismo patio está una especie de torreta, de cantería, rematada en cúpula que encierra una preciosa escalera de caracol, obra de Hernán Ruiz, que da acceso a las bóvedas y a la sala alta, sobre la sacristía. Esta escalera es digna de mención por su esbeltez, pero difícil de ser visitada por su situación».

Exterior de la escalera
           En los últimos folios del manuscrito atribuido a Hernán Ruiz y depositado en la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid se encuentran unos dibujos sin ningún tipo de explicación o texto escrito que representan diferentes tipos de escaleras y rampas de planta cuadrada y una, circular. La escalera circular de la iglesia de Santa María de la Virtudes de Villamartín es atribuida a Hernán Ruiz el joven, pero, evidentemente, ningún prestigioso arquitecto o maestro de obra afamado va a decir de donde ha tomado la idea, de quién la ha copiado o simplemente trasladado de otro sitio, su obra creativa.

Es posible y muy probable que esta escalera fuera la que estaba en el Castillo de Matrera y fuera trasladada pieza a pieza al taller de la fábrica de la parroquia en el momento en que se ejecutaba su ampliación o reparación en 1755. Arranque de la escalera en el Castillo de Matrera no se ha encontrado o no se ha querido que se encuentre nunca. Maestros canteros, y de los buenos, no le faltaron a Hernán Ruiz, cito a su yerno Jerónimo Hernández y al madrileño de Pinto, Miguel Adán, para que la montaran y encajaran lo mejor posible en esa esquina del conjunto monumental.

Hoy me pongo en el lado de los hermanos José y Jesús de las Cuevas que tras visitar la iglesia de Santa María de las Virtudes de Villamartín (Cádiz) reflejaron en su libro monográfico «VILLAMARTÍN» lo siguiente: «…casi adosada a la Sacristía, la escalera más valiente de la provincia. Está colgada en el vacío y es un prodigio de equilibrio que se estira hacia la altura, tal si la sostuvieran ángeles invisibles subid y bajad por ella, mientras recordáis aquellas líneas escritas en 1834 (Diccionario geográfico universal) “una famosa y alta escalinata en forma espiral sin punto métrico de apoyo, obra magnífica y de mérito raro”. ¿Pero donde tendrá su columna vertebral esta escalera que se supone trajeron del castillo y parece ascender por sus propias fuerzas, porque sí como arte de magia?».   

Hasta aquí la historia de «Las escaleras o escalera de Villamartín». Ahora tenéis que activar la imaginación para elegir la respuesta: realidad o ficción.

 

1            Valor Piechotta, M. (2017) «Las fortificaciones de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla»., Historia. Instituciones. Documentos, (31). doi: 10.12795/hid.2004.i31.38.

2            Pérez Ordoñez, A. (2003) «El castillo de Matrera en Villamartín (Cádiz). Una fortaleza de frontera», Almajar, n.º 1, año 2005.

3            Quevedo Rojas, C. (2015) «Análisis constructivo y criterios de intervención en el castillo medieval de Matrera (Villamartín, Cádiz)», libro 3. Congreso. Indb.

4            Iglesias García L. (2019) «La conquista cristiana del valle del Guadalquivir y la formación de los Tugur en los rebordes occidentales de la depresión de Ronda», Actas del II congreso internacional de historia de la Serranía de Ronda: Entre al-Ándalus y los inicios de la Edad Moderna. Siglos VIII-XVI / Virgilio Martínez Enamorado (ed. lit.), Francisco Siles Guerrero (ed. lit.).

5            Gutiérrez López, J. Mª., Martínez Enamorado, V., Reinoso del Río, Mª C. e Iglesias García, L., (2015) «El castillo de Matrera. Nuevas perspectivas arqueológicas del recinto fortificado», en J. Mª Gutiérrez y V. Martínez (eds) A los pies de Matrera (Villamartín, Cádiz). Un análisis arqueológico del oriente de Sidonia, Ronda.

    6            Sánchez Saus, R. (1983) «Cádiz en el siglo XIII», «Las órdenes militares en la provincia de                      Cádiz». Actas de las jornadas conmemorativas del VII centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio. Cádiz.         

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