Balneario municipal
«Baño de
Los Conejos»
El término municipal de
Villamartín no deja nunca de proporcionarnos noticias beneficiosas para sus
habitantes.
Esta vez relacionada con la
salud y el bienestar corporal. Se trata de una masa de agua subterránea que
sale a la superficie en forma de charca en las proximidades del cortijo de Los
Conejos y el arroyo Sarracín. En concreto, en las Coordenadas Geográficas en
Grados decimales: 36.870860, -5.539599. Dicha charca se llama en la actualidad
«Baño de Los Conejos».
J.R. Jaime Jaime, que la ha
incluido en Manantiales y Fuentes de Andalucía, dice que la primera vez que
aparece mencionada esta charca como punto de agua minero-medicinal es en el
informe del Instituto Geológico, «Relación por provincias de aguas
minero-medicinales de España de 1913» que lo denomina como aguas de
Algodonales, cuando realmente pertenece al término municipal de Villamartín.
Pero, la existencia de dicha charca de aguas minero-medicinales ya se conocía en Villamartín 35 años antes; y para ello os voy a narrar el descubrimiento y el montaje que se quiso hacer del descubrimiento de las propiedades de las aguas de dicha charca.
Instituto Geográfico Nacional |
En octubre de 1878, el
Ayuntamiento teniendo conocimiento de que al sitio de Santa Lucía o Amarguillos
del término de Villamartín se encontraba una charca que se supone contenía
aguas medicinales, considerando las ventajas que de resultar así podía reportar
al vecindario un establecimiento balneario medicinal, así como los recursos que
con ello podían crearse para el presupuesto municipal. Se acordó que una
comisión compuesta de los concejales D. Antonio Alpresa y Mañas, D. Antonio
Domínguez Álvarez, D. José Pérez Real y el secretario accidental D. Antonio
Mesa Barrera acompañados de los facultativos titulares de la población pasasen
inmediatamente a reconocer dicho sitio y practicasen el estudio necesario de
las aguas en la parte que fuere posible notificándosele al Sr. alcalde para que
en el caso de que el informe facultativo fuese favorable procediera sin pérdida
de tiempo y en nombre del municipio a notificar dichas aguas al Excmo. Sr.
Gobernador Civil de la provincia solicitando la oportuna autorización para su
estudio y explotación, abonándose los gastos que eso ocasionase del capítulo de
imprevistos del presupuesto municipal.
De nuevo se reunieron el 20 del
mismo mes y el Sr. alcalde, D. Fernando Holgado Astudillo, manifestó que en
virtud de lo que se le había participado por la comisión del Ayuntamiento
nombrada en la sesión del día 3 de octubre para el reconocimiento de la charca
que existía al sitio de Santa Lucía o Amarguillos del término de Villamartín,
de cuyo informe facultativo resultaba que las aguas que contiene eran
medicinales como salino-sódico-cloruradas y termales había dirigido oficio al Excmo.
Sr. Gobernador Civil de la provincia en 15 del actual mes de octubre haciendo
la oportuna denuncia y solicitando autorización para su explotación y que con
fecha 17 del corriente mes había recibido una comunicación de dicha
superioridad acompañando anuncio del registro del indicado charcal como mina y
bajo el nombre de Santa Ana hecho por D. José Moreno de la Peña. El
Ayuntamiento en su vista y en virtud a que el manantial de aguas de que se
trata nacía en terrenos del término y de dominio público y no en propiedad del
Sr. Moreno de la Peña como se expresaba en dicho anuncio, puesto que existía en
el cauce natural del río Sarracín considerándose por tanto con mejor derecho
que dicho individuo, acordó unánimemente que por el Sr. alcalde-presidente se dé
dicho mes entable la correspondiente reclamación contra la concesión que de
dichas aguas había solicitado el Moreno Peña.
El 24 de noviembre de 1878 se
dio lectura a un oficio del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia con
fecha de 20 de los corrientes por el que concede a este municipio el término de
un año que marca el artículo 11 del Reglamento de Baños de 12 de mayo de 1874,
para solicitar la autorización y declaración de utilidad pública del manantial
de aguas minero-medicinales en el cauce del río Sarracín y pago de Santa Lucía
o Amarguillos del término cuyo manantial fue denunciado por el Ayuntamiento en
15 de septiembre anterior. Y la Corporación en su vista acordó se proceda a la
instrucción del oportuno expediente con sujeción a las disposiciones vigentes
en la materia.
La solicitud fue efectuada, y el
Sr. alcalde, el domingo 28 de septiembre de 1879, expuso a la Corporación que
el Gobierno Civil de la provincia el día 17 le trasladó al igual que a D. José
Moreno de la Peña, vecino de Puerto Serrano, que el expediente de la mina Santa
Ana había sido anulado por no ser objeto de concesión minera el manantial de
agua salada. Y hallándose próximo a finalizar el término de un año que por
orden de dicha superioridad fecha 20 de diciembre de 1878 y a tenor de lo
prescrito en el artículo 11 del Reglamento de Baños y aguas minero-medicinales
de 12 de mayo de 1874 se concedió al municipio para solicitar la autorización y
declaración de utilidad pública que se consignaban en los artículos 5º y 6º de
dicho Reglamento. Por unanimidad se acordó solicitar de la superioridad se
sirva conceder un nuevo plazo a los efectos indicados por haber sido paralizado
el particular de que se trata por haber sido autorizada la concesión del dicho
manantial por el citado D. José Moreno de la Peña y este municipio.
Sobre este asunto, en las
fuentes consultadas, no existe más documentación que la expuesta; así que es de
suponer que el Ayuntamiento conseguiría la autorización y declaración de
utilidad pública de la charca de aguas minero-medicinales situada en el sitio
de Santa Lucía o Amarguillos. Y, a tenor de lo que allí hay, los planes para
convertir el sitio de la charca en un balneario municipal, se fue esfumando
entre los emprendedores de la época hasta quedar como el sitio donde todos los
conejos de la zona iban por el verano a beber y darse un bañito para
refrescarse del calor. Sobre el nombre «Baño de Los Conejos» hay dos teorías
cargadas de ironía: la primera, que después de todo lo montado, la charca de
aguas minero-medicinales quedó como baño del cortijo construido en el lugar, cuyos primeros moradores por el año 1831 era Diego Conejo y su familia y de ahí, en lenguaje del lugar, lo de «Conejos»; y, la
segunda, que después de todo lo montado los únicos visitadores de la charca en
la época eran los «conejos» de la zona.