FÁBRICA DE PAÑOS Y TEJIDOS EN VILLAMARTÍN
En el último tercio del siglo
XVIII, el Estado aplicó una política de empleo que pasaba por la incorporación
de la mano de obra femenina e infantil, que era además la más barata. Fuera del
asunto que tratamos ahora, evidentemente, la reforma legislativa culminó en el
Real Decreto de 1784 que derogaba las normas que imposibilitaban el trabajo de
las mujeres en las manufacturas. Aparentemente dicha ley, que en realidad había
sido anticipada por otra de menor amplitud en 1779, concedió plena libertad al
empleo de trabajadoras en las industrias, abriendo la entrada a una amplia
integración de las mujeres en el mercado laboral; pero, en última instancia, su
cumplimiento dependía de la voluntad de las autoridades locales.
De
la Historia de Grazalema hemos sacado los siguientes párrafos entrecomillados
en español para encajar nuestra nueva Historia. Historia que la situamos en el
mes de marzo de 1791.
«Durante
el siglo XVIII y la primera parte del XIX, Grazalema fue un pueblo importante
de la provincia de Cádiz debido principalmente a sus productos de lana. En 1850
había unos 9000 habitantes en el pueblo que, debido a su actividad comercial y
administrativa, era conocido como “Cádiz El Chico”.
A
pesar de su situación en la sierra, a unos 900 metros sobre el nivel del mar,
Grazalema no era un pueblo aislado que languidecía a la sombra de la cumbre de
San Cristóbal. A parte del floreciente comercio de la lana, era el centro
judicial y administrativo de la comarca que comprendía Benaocaz, Ubrique,
Villaluenga, El Bosque y Benamahoma donde vivían unos 20000 habitantes.
Blasco
Ibáñez, Pérez Clotet y los hermanos José y Jesús de las Cuevas hicieron
múltiples referencias a las mantas y capas de Grazalema, y Romero de Torres
cuenta cómo antes del incendio que destruyó el archivo municipal, éste había
contenido el Real Decreto por medio del cual Felipe V había otorgado
privilegios a los que fabricaban textiles y productos de lana. “Por ello se
puede apreciar”, escribía el autor, “la grandísima importancia que tuvo este
pueblo desde tiempos antiguos como centro eminentemente fabril hasta hace
algunos años en que, por desgracia, ha decaído de tal modo esta industria que
apenas quedan dos o tres fábricas que sigan tejiendo los renombrados paños y
mantas de Grazalema”.
Se
utilizaban treinta mil arrobas de lana en la fabricación de estos textiles.
Había diversas industrias auxiliares, tales como el lavado, tinte y abatanado
de la lana y unas 4000 personas trabajaban en la industria. A veces las fábricas
prestaban dinero y materia prima a los trabajadores que, en general, trabajaban
en su casa junto con los demás miembros de la familia. En otros casos los
vecinos compraban la lana por su cuenta y la llevaban a la fábrica a hilar. La
gente tenía sus telares en casa y la familia entera estaba involucrada en el
diseño y tejido de los textiles y las mantas que después llevaban a la fábrica
a abatanar y cardar. Luego vendían las mantas a título individual a los
comerciantes de los pueblos y aldeas de la comarca, a exportadores u otros
intermediarios. En algunas ocasiones usaban las mantas como moneda de cambio
para saldar sus deudas. Así funcionaba, resumidamente, la artesanía textil de
la localidad.
Se
dice que Grazalema es el pueblo más lluvioso de España y a esta circunstancia
se debe el secreto de sus lanas que son más limpias y mejor lavadas que la lana
de otras zonas.
La
industria de la lana en España, que antaño exportaba prendas de lana a países
sofisticados en cuanto al sentido de la moda, entró en un declive muy
lamentable y la estocada final la dieron los gobiernos sucesivos al adoptar
políticas de libre comercio.
Como
consecuencia de este declive fue imposible desarrollar la industria de peinado
de lana en España. Por consiguiente, la lana fue comercializada mayormente como
materia prima y el peso se convirtió en el factor más importante, lo cual
incidió negativamente sobre la calidad de la lana. Este declive general de la
industria y el cambio en la manera de evaluar la calidad de la materia prima
afectó la cabaña nacional que en su día había producido la mejor lana del
mundo. Afortunadamente la raza merina como tal no sufrió ya que hoy día España
produce productos de lana de la misma alta calidad de antaño.
Los
pastores dejaron de prestarle atención al brillo y la limpieza de la lana,
concentrándose sobre el peso que aumentaban llevando los rebaños por caminos de
tierra e incluso se esforzaban en mantener sucios los rediles para que la lana
se impregnase de tierra y polvo. En los casos más extremos la lana, una vez
peinada, rendía tan sólo el 35% del peso comprado.
Sólo
la lluvia de Grazalema evitó los casos de abusos más extremos, ya que los
rebaños se lavaban de forma “natural” justo antes del esquileo. En Grazalema un
vellón rendía (y sigue rindiendo) el 50% de lana».
Pues
bien, como apuntábamos al principio de esta Historia, el día 18 de marzo de
1791 llegaba al Cabildo de la Villa un oficio con fecha de 14 del mismo mes que
dirigía al Ayuntamiento el Sr. D. José de Eguiluz, Corregidor de la ciudad de
Jerez de la Frontera, en el que pedía se le dijera qué Fábricas se podían
establecer en el pueblo para el mayor servicio del Rey del Estado, con expresión
de los auxilios que para ello fuesen necesarios, y en que se ocupasen las
personas que por falta de destino se entregaban a la ociosidad de que era
consecuente el contrabando. Enterado el Ayuntamiento acordó de conformidad que
se cumpliera como en el oficio se mandaba. Y que para el fin que se expresaba
en el establecimiento en el pueblo de una Fábrica de paños y demás tejidos de
lana, pero que para evacuar el informe que se pedía se tomaran las noticias más
conducentes, así en orden hasta que nos proporcione para la formación de batanes
y demás oficinas necesarias, como para los auxilios y cantidades necesarias,
cuyos puntos exigían instrucción, conocimiento y amor patriótico; y
concurriendo estas circunstancias en el vecino de la Villa D. Bernardo de los
Ríos, también se acordó de conformidad nombrarle y se le nombró, para que
tomando las noticias y demás convenientes, las extractara, proponiendo los
medios que para uno y otro fin se apetecieran en clase de comisionado del
Ayuntamiento, quien en vista de todo evacuaría el informe. Y así lo acordaron.
Tal
como acordaron el día 18 de marzo, D. Bernardo de los Ríos presentó su plan
sobre el establecimiento de una Fábrica de Paños y Tejidos para la Villa, el
cual lo aprobó el Ayuntamiento y acordaron de conformidad que con carta escrita
se remitiera al Sr. Corregidor de la ciudad de Jerez de la Frontera
suplicándole se sirviera de protegerlo para su consecución, informando a la
Corte como conducente para ello; y así lo acordaron.
En
la calle San Sebastián n.º 22 (hoy calle El Santo n.º 35) vivía como
propietario de la casa D. Bernardo de los Ríos. Este nació en el año 1754 en
Grazalema, viudo, tenía condición de Noble, abogado de profesión. Llegó a
Villamartín con 19 años en el año 1773. Vivía en la casa con sus hijos D. Juan
Mª de los Ríos Buzom (1782), presbítero; Dña. María Bernarda de los Ríos Buzom
(1790), soltera; y D. Gabriel de los Ríos Buzom (1803), soltero. Vivía también
en la casa una hermana de D. Bernardo, Dña. Josefa de los Ríos (1764) y viuda.
Del
plan de D. Bernardo de los Ríos para establecer en Villamartín una Fábrica de
Paños y Tejidos no se volvió a saber nunca más, por más veces que he repasado
las actas capitulares y otras fuentes consultadas, pero la Historia nos dice
que en Grazalema sí se estableció una Fábrica de Paños y Tejidos, posiblemente
la que estaba destinada para Villamartín, y es que los apellidos deberían tirar
mucho para casa en aquellos tiempos.